Velkommen til Bodø

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Foto: Andrea P.Pardo

No es necesario bajar del avión para ver que la atmósfera es totalmente diferente. Un cielo azul se vislumbra en el horizonte -por poco tiempo, ya que la noche cae casi sin avisar- y lo que desde arriba parecían grandes nubes tapando la visión, resulta ser nieve. Velkommen til Bodø, -bienvenidos a Bodø- se escucha por megafonía.

Llama la atención el silencio del aeropuerto, ni un grito, ni una voz más alta que otra, ni un golpe…Nada. Todo el mundo habla en voz baja y nadie se desespera por coger su maleta antes que la persona de al lado, ni existen enfados, ni riñas. Todo parece flotar en una nebulosa de paz y armonía que llega a asquear un poco. Sería fácil quedarse a vivir en las ‘llegadas’ del aeropuerto, pero hay que salir, y el frío extremo aclara las ideas.

Y es que Bodø se encuentra situada al norte del Círculo Polar Ártico, y su temperatura media a lo largo de todo el año es 4’5ºC. En invierno, estas, pueden llegar a descender hasta los -13ºC. Curiosamente se trata de una ciudad porteña, sin olor a mar, pero esta característica, le otorga el podio de oro a la provincia con mayor fuerza en los vientos y al punto con la corriente más fuerte de todo el mundo.

A decir verdad, no es una de las ciudades más turísticas de Noruega, pero tiene encanto. La única parte urbanizada de la ciudad es el pequeño centro, el cual, aun mantiene las luces de navidad. Estas no desencajan, ya que da la impresión de que va a salir Papa Noel desde cualquier esquina. Por lo demás, hay que transitar por carreteras, ya que alrededor solo hay montañas y bosques. Caminando a través de estos, se puede llegar a creer en los cuentos de hadas, pero también en los de terror. Los paisajes que se van dibujando frente a nuestros ojos no parecen del mismo mundo, pero también son muy peligrosos si no los conoces.

Ricardo G. aterrizó en Bodø para hacer su Erasmus hace ahora tres años, se enamoró de la ciudad y no tuvo más remedio que volver en cuanto terminó la carrera en Madrid. Rememorando su llegada todavía recuerda como se perdió en estas bellas montañas “siempre me ha gustado el senderismo, esa fue una de las razones que me trajeron aquí. Un día haciendo una ruta se me echó la noche encima y ya no supe volver, ¡menos mal que me rescató una familia de noruegos que estaban cerca!”.

Caracter de la gente de Bodø

Y es que si algo caracteriza a la gente del norte de Noruega es su amabilidad. Simplemente caminando por la calle puedes darte cuenta de ella. Cuando están a menos de dos metros de ti empiezan a esbozar una sonrisa que no desdibujan hasta que no han pasado de largo. Es una normal social.

Sin embargo, no son tan abiertos como parecen. Ane N, estudia biología en la Nord University, y no tiene el aspecto vikingo que se espera de los vecinos del norte. No debe medir más de 1,55m y tiene el pelo castaño oscuro y los ojos del color de la miel. La característica noruega que sí que mantiene es esa amable sonrisa ante cualquier pregunta que le lanzo. Le pido que me defina el carácter de los noruegos y de su boca sale esto “reservado, tímido y algo aislado, es inusual que una persona noruega hable con desconocidos en el bus, o incluso en una fiesta”.

Ane es norteña de verdad. Nació en una ciudad llamada Hammerfest, una de las últimas ciudades al norte del país escandinavo. Más allá solo hay hielo. Cuando tenía 4 años se mudó a Bodø y lleva viviendo aquí desde entonces. Comparando el carácter del norte con los sureños dicen que la gente de arriba es bastante más abierta y acogedora. Simone K sonríe y le da la razón. 

¿Cómo ven a la gente de Bodø desde fuera?

Simone acaba de llegar desde Austria. En Linz, su ciudad de origen, estudia educación primaria, pero aquí ha tenido que escoger entre las pocas asignaturas que se imparten en inglés. Tiene unos ojos azules como el color del mar y el pelo rubio rizado recogido en una coleta.  No sonríe mucho pero su expresión es amable y afable. De estatura y complexión media y con muy buena educación. Ella sí que podría hacerse pasar por noruega perfectamente. Cuando escucha la respuesta de su compañera Ane, no puede evitar esbozar una sonrisa. Ella se encuentra muy a gusto en Bodø, la universidad le da muchas facilidades y la gente que ha conocido ha sido muy “amigable”.

Cuando le pregunto a Ricardo sobre la gente de Bodø hace un silencio y ríe para sí mismo. Comienza siendo políticamente correcto y calificándoles de “nobles, corteses y correctos siempre”. Pero lo dice sin mucho convencimiento a sí que vuelvo a preguntar y está vez sí que responde con sinceridad “son como las casas en Bodø hay siempre un espacio entre uno y otro, les cuesta socializar”. A pesar de ello, él ha conseguido hacer a amigos noruegos ya que lleva estudiando aquí un tiempo pero define las relaciones como “más asépticas y comedidas”

La diferencia de pareceres existente entre Ricardo y Simone se debe a que él proviene de  un país mediterráneo, de la cultura de la fiesta y el amiguismo, de los abrazos y los dos besos aunque no conozcas a la persona; y ella es portadora de la seriedad austriaca, de una mentalidad más reservada, como la gente en invierno.

El tiempo en Bodø

Una frase muy repetida en Bodø es que solo existen dos estaciones: el frío y el no tan frío. Y es que, en esta pequeña localidad, los inviernos son eternos, como las noches en esos mismos inviernos. Simone sabe muy bien lo que es el frío. En su ciudad de origen la temperatura es de -5ºC y afirma que no ve muchas diferencias con Bodø.  A pesar de ello insisto

-¿Qué es lo que más te ha llamado la atención?

-La completa oscuridad -responde mirando por la ventana- Aquí es de noche muy pronto, sobre las 15:00, al principio pensé que todo el rato era muy tarde y estaba desorientada pero ahora me he acostumbrado.

Mientras hablamos del tiempo, y me cuenta que en Austria están incluso a menos grados que hoy en Bodø, afuera, se levanta una enorme tormenta de viento. El granizo choca contra las ventanas ,“clack clack clack”, y los árboles se tuercen inmunes ante la fuerza del viento. Casi no se puede ver a través de la ventana, ya que el temporal levanta la nieve convirtiéndola en una espesa muralla a través de la cual, cuesta caminar. Ese tipo de viento corta la cara y los labios, traspasa todas las capas de la ropa y cala hasta los huesos. Desespera. El destino parece cada vez más lejano. De hecho, es complicado ver a alguien en la calle. Todo el mundo se resguarda donde puede hasta que el temporal amaina.

Dado que las noches son tan largas, todo el mundo siempre lleva a mano un chaleco reflectante o una luz enganchada a la manga del abrigo para poder transitar por los caminos o las carreteras, práctica muy común en esta ciudad. De hecho todos los días se puede ver a gente en el arcén de la carretera que lleva a la montaña, con los skies en la mano, o con una tabla de snowboard y los ojos como única parte desprotegida del cuerpo.

Pero no todo son malas noticias con respecto a la noche en Bodø. En los días de cielo despejado y mucho frío se pueden ver Auroras Boreales -o Northem Lights, como las llaman aquí-. Esas luces verdes que bailan en el cielo creando formas algo psicodélicas, son el principal atractivo de la ciudad. Cualquier persona que acabe de llegar está deseando ver una, y solo es necesario alejarse un poco de las luces urbanas para contemplarlas.

La noche no es lo único llamativo aquí. Los días también pueden llegar a ser muy largos. A partir de junio y hasta finales de julio existe lo que se llama “sol de medianoche”, lo que significa que el astro, no desaparece nunca del cielo. Ricardo, asume que “aunque puede ser bonito de ver, acaba agotando porque cuesta descansar ya que el cuerpo no quiere dormir ¡es de día!” exclamó.

Pero no os dejéis engañar porque aunque haga sol, sigue haciendo un tiempo fresco. Ane, la estudiante de biología, afirma que este verano ha sido uno de los más calurosos que ella recuerde “estábamos alrededor de 20ºC y era demasiado” Simone la mira asombrada, eso es la primavera austriaca.

Folklore en Bodø

En esta pequeña ciudad marítima podrás encontrar un puerto, grandes lagos, montañas nevadas e incluso varios museos. Pero lo que nunca vas a encontrar es un restaurante de comida típica, un espectáculo en la calle ni nadie que te sepa indicar a dónde ir si quieres comer un buen salmón noruego. Lo máximo que te dicen es que vayas a la pescadería.

Pero Noruega, tierra de vikingos y de grandes batallas, tendría que tener una historia detrás y algo que la represente. Curiosa, le pregunto a Ane sobre este asunto y ella se queda pensado un rato hasta que empieza a articular una frase «el folklore noruego se basa en la cultura de la pesca, ya que es el oficio más antiguo que se recuerda en estos lugares. Además para verlo tienes que irte un poco más al norte donde sí que podrás comer salmón en algún restaurante, pero tampoco ofrecen mucho más”.

El folklore noruego está relacionado por lo tanto con la cultura del trabajo y del esfuerzo, no con la fiesta y la comida, como estamos acostumbrados los españoles. Y aquí, en las diferencias históricas y culturales que existen entre el norte y el sur de Europa se haya el encanto de vivir en Bodø.


Una respuesta a “Velkommen til Bodø

  1. Reblogueó esto en Tras los ojosy comentado:
    «Nos vamos como vinimos y, si Dios quiere, como volveremos, con paz y esperanza para la humanidad». Fueron las ultimas palabras que Eugene Cernan, comandante del Apolo XVII pronunciaría en la superficie lunar por el 1972.

    El ser humano siempre ha tenido la absurda idea de expandir su creencia, su sabiduría o expandirse así mismo en un juego de egocentrismos disfrazado de mecenazgo. En los libros de historia, en los periódicos o en los grandes medios de comunicación de masas hay un desfile de personalidades que demuestran esto que digo. Dentro de no mucho tiempo aparecerán otros nombres como los de Eugene Cernan, se ha fijado la mirada en las estrellas, en colonizar un universo azul oscuro. Se nos ha olvidado que primero tenemos que colonizarnos a nosotros mismo. Conocernos para saber como se debe conocer otros mundos, en cierta forma, construir los cimientos de una casa para no dejar huecos entre los cementos del tejado.

    Cuando conocí a la autora del sitio me impresiono la luminosidad que desprendían sus palabras, «el brillo de los ojos no se opera» que decía Lola Flores. Es completamente cierto, la vitalidad no se aprende, naces con ella o te toca luchar contra marea, no todos tenemos suerte. Hay personas que no necesitan colonizar estrellas porque ellas mismas lo son y Andrea P. Pardo empieza a descubrirse. En Un copo mas en la nieve verterá toda la nieve que vaya saliendo de esta lucha interna, de la colonización personal de la que está siendo protagonista.

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